¿Qué es?

Desde el principio, Pablo de la Cruz mantuvo una intensa relación con los laicos. Muchos de ellos le ayudaron desde los inicios de la Congregación como bienhechores, pero sobre todo se dejaron guiar por él en su empeño por alcanzar la santidad a la que todos estamos llamados, grabando en sus corazones la Memoria de la Pasión. Las numerosas cartas que Pablo de la Cruz les escribió ofrecen caminos para meditar la Pasión y llegar a identificarse con el Crucificado.

También desde el principio, los laicos desearon asociarse en torno a la Pasión. En 1755, el Obispo de Veroli (FR), Italia, aprueba la Confraternita della Passione di N.S. Gesù Cristo per l’osservanza delle feste. Sus fundadores deseaban considerarla como Hija Primogénita del Instituto de los Pasionistas fundados por San Pablo de la Cruz.1

En 1861, el Papa Pio IX, facultó mediante el breve Curavit nobis al Superior General de los Pasionistas para erigir canónicamente la “Cofradía de la Pasión” y en 1918, el Papa Benedicto XV confirmó la Asociación, elevándola a la categoría de Archicofradía y estableciendo como Sede primaria de la misma el veneradísimo y Pontificio Santuario de la “Scala Santa” de Roma.