Domingo XX del T.O. – A / Palabras Amigas, por el Camino del Evangelio – Mateo 15, 21-28

  • Isaías 56, 1. 6-7 
  • Romanos 11, 13-15. 29-32 
  • Mateo 15, 21-28

Recuperemos el evangelio.  No son páginas para el arrobamiento que nos distrae de la tierra; son páginas para la contemplación. Pero quien es capaz de meditarlas, descubre que algo se le revuelve dentro, en la cabeza y en corazón. Algo por liberar y por nacer, por sufrir y disfrutar.

  • En el evangelio se habla de amos y perros, de pueblos y de extranjeros.

– Jesús quiere hacer un pueblo nuevo que rompa los viejos esquemas que separan y enfrentan a los hombres y a los pueblos. – Extranjero = no eres de los nuestros: religioso, político, social…,

– La palabra “reino de Dios” apuesta por otras: próximo, hermano… Y no se trata tanto de palabras que debamos cuidarlas, sino de un talante ordinario del hombre con el hombre. Al cristiano su fe le habla de Dios, padre de todos. El hombre bien nacido ha de llamar a todo hombre hermano. Sin masificarlo, respetándose y enriqueciéndose con las diferencias. 

Las segregaciones son la madre de todas las guerras y hoy todas son civiles, entre hermanos. 

+ Segregaciones raciales: el apartheid, con privilegios y opresiones.

+ Segregaciones políticas: amiguismos y tachados, Norte-Sur, del Este y del Oeste.

+ Segregaciones sociales: depende del barrio en que vivas. Allá gente de bien…

+ Segregaciones religiosas y morales: ¡qué dados somos a juzgar y condenar…!

  • El evangelio de hoy viene a decirnos lo equivocado de nuestras etiquetas y juicios. 

Por ejemplo: 

+ Un no-nacionalista puede tener un corazón más entregado a su pueblo que quien blasona de ello. 

+ Un no-socialista, puede tener un talante más social que el que exhibe el carné de tal. 

+ Un no-cristiano o de “no iglesia” puede tener un corazón más sano y evangélico que el cumplidor de ritos y de leyes. 

+ En un mundo en que nos gusta multiplicar barreras, señalarnos comparativamente frente al otro y señalar a los demás con cierto desprecio, qué bien nos viene, al menos a los cristianos, este evangelio. 

  • Volvamos al episodio evangélico: 

En una lectura superficial se advierten en Jesús tonos despectivos y racistas; pero a medida que uno sigue leyendo, va advirtiendo un panorama de vida nueva, como en todo el evangelio. Quizás por nuestra escucha deprisa y sin mucha atención, estamos condenados a no entender jamás el evangelio. Comienza así (lectura): Jesús salió de allí y se retiró a Tiro, en Sidón (hoy el Líbano)… 

– “Se retira de allí” (de Galilea). Pero Galilea aquí es algo más que un lugar geográfico; es el lugar donde se vive bajo el peso de las tradiciones. En Galilea Jesús y sus discípulos se han visto acusados: no se lavan las manos, no guardan la ley del sábado ni los ayunos, comen con paganos y pecadores. Jesús allí no pudo hacer ningún signo. Mucha tradición religiosa, pero el corazón estaba lejos de Dios, mientras que la cananea extranjera tenía una gran fe. Canan ha sido tradicionalmente entre los judíos el lugar de los ídolos y de la irreligiosidad, y aquí sí pudo hacer un signo. 

Estamos leyendo el cap. 15 de Mateo. Hemos empezado por el versículo 21. Es muy importante leer los anteriores versículos para entender mejor este hecho. Jesús les ha dicho: “Quebrantaréis el mandamiento de Dios por vuestras tradiciones”… “Habéis anulado la palabra de Dios por vuestras tradiciones”. La consecuencia es tremenda, se ha vaciado la religión de Dios y se ha cubierto el vacío con tradiciones, normas y ritos. Una religión así se hace despreciable. Nada exterior puede discriminar a los hombres, creyentes o no creyentes: lo que viene del corazón sí hace impuro al hombre. En el v.18 insiste no en el comer esto o aquello, lavarse o no las manos… Jesús “sale de allí”.

  • En este contexto, en tierra extraña, Jesús encuentra a la cananea y emplea el tinte racista para recalcar la paradoja:

Subraya el orgullo judío que desprecia a los demás, y la humildad de aquel corazón pagano que suplica sin alegar ningún mérito(lectura). La fe, la salvación-curación no acompaña al cumplimiento –sin más- de la tradición de los mayores, y se da en cambio en una mujer pagana.

 – El verdadero pueblo de Dios no desprecia ni margina o divide a los hombres. Se han roto todas las fronteras; los hombres sencillamente se llaman hermanos y se tratan como tales (parábola del samaritano). 

– El episodio de hoy muestra que en el corazón de las personas que subestimamos o despreciamos hay semillas de amor que pueden florecer. En nuestra vida tendremos mil sucesos parecidos (descubiertos o a descubrir).

  • Que nuestro estilo de vida sea creyente, esto significa que le creemos a Cristo. 

Y no hablemos de extraños, sino de prójimo y hermanos.

– Que nuestra Iglesia sea una casa grande, aunque sea pobre, donde ninguno, pobre o rico, hombre o mujer, de aquí o de allá, de derechas o de izquierdas, santo o pecador, se sienta extraño (ni encuentre la puerta cerrada). 

Allí brillará con fuerza el rostro de Dios y el amor del Padre. Allí se gozará en verdad la eucaristía, porque allí es acogida su palabra y compartimos el pan para gloria de Dios Padre, por su Hijo, en el Espíritu Santo que nos une y recrea en un mismo Amor.

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