Santísima Trinidad / A – Palabras Amigas – Por el camino del Evangelio

Estela pascual:

Me voy con el “Verbum Crucis” en el corazón: Hechos y Palabra. 

EL MISTERIO ENTRAÑABLE DE LA TRINIDAD

No se trata de aprendernos un dogma difícil, sino de gozar de él y proyectarlo sobre la vida de cada día. Se trata de:

1º La experiencia de sentirse amado de Dios y de su cercanía, y a quien podemos llamar, como le llamaba Jesús, ¡Padre!;  

  2º Volvernos a Jesucristo y recordarlo y verlo y llamarle ¡hermano!, ¡primogénito!;

  3º Poder contar con el Espíritu del Padre. Estamos en el punto culmen del cristianismo: el hombre está llamado a ser familia de Dios. Todo hombre merece un respeto y un trato divino. 

Así se comprende lo que nos dejó Jesús, el primogénito de los hombres: “lo que hagáis a uno de estos hermanos, me lo hacéis a mí”.

  De un viejo catecismo cristiano que nos niños aprendíamos de memoria.

1.- ¿Eres cristiano? – Soy cristiano por la gracia de Dios.

2.- ¿Qué quiere decir cristiano? – Cristiano quiere decir discípulo de Cristo.

3.- ¿Cuál es la señal del cristiano? -La señal del cristiano es la santa Cruz.

  • La comunidad cristiana lo ha compendiado en la más bella y grandiosa fórmula, acompañada de la señal de la cruz, cuando aprendimos a santiguarnos en el nombre del P.H.S., y vivir coherentemente nuestra fe: quien cree esto no puede vivir de cualquier manera; ha de vivir al estilo de Jesús. Quien no ama a su hermano, no es cristiano; podrá tener sentimientos religiosos, pero no fe cristiana. 
  • Estas palabras “en el nombre del P.H.S” compendian todo el dogma, toda conducta cristiana y toda celebración; toda la pastoral y la razón de ser de la misión de la Iglesia. “He dado a conocer tu nombre”. Esta sencilla fórmula “santiguarnos en el nombre del P.H.S.” podría llenar de gozo el corazón, podría cambiar el mundo.

Sentir y gustar y llamar a Dios Padre crea un tipo de persona filial, que supera el temor, que vive en la confianza: es un don, es haber sido tocado por el Espíritu o por el amor. Es la gracia más grande que puede recibir un hombre: de aquí nace el compromiso, una conducta de hijo respecto a Dios y de hermano respecto a los hombres. De las raíces nacen los frutos. Hablar del Espíritu es hablar de las raíces. ¿Cuáles son mis raíces? 

Todo esto sería imposible practicar si no se nos diera su Espíritu: él nos hace llamarle a Dios ¡Padre! y vivir confiados en Él y estremecernos de gozo con este nombre, Él nos hace ver en el hombre un hermano y tratarle como tal, Él nos hace gustar la creación como obra de Dios y respetarla y cuidarla. 

El Espíritu nos hace sufrir el vacío de la vida, cuando nos falta, porque hemos sido creados por él; y nos hace sufrir cuando un hombre sufre; o cuando se destroza la creación. > Y con el gozo y el sufrimiento nos da el coraje para luchar como luchó Jesús desde el amor, por denunciar lo que destroza al hombre; y reconciliarlo con Dios, con su hermano de cualquier raza y condición, y con el mundo.

La Trinidad no es un lío teórico; es un misterio:

  • El misterio se contempla, se venera, se admira, se adora y uno entra en él; así se comprende mejor que analizándolo. A la persona se la conoce mejor amándola, respetándola…  
  • La gran noticia y novedad del cristianismo es que ese amor de Dios no se quedó en sí mismo, sino que se manifestó en su Hijo, se encarnó en la historia y fue dado a los hombres, para poder amarle a Él y poder amarnos y perdonarnos y abrazar también a los que nos ofenden.

La memoria y la invocación del P.H.S. está presente en toda la Obra de la Iglesia: La Iglesia se refiere continuamente a ella: en el saludo, al inicio de nuestras reuniones, en los sacramentos: bautizados en el nombre…; perdonados…; en la bendición nupcial…; en la enfermedad y en la despedida y oración por los difuntos. La eucaristía es la mesa trinitaria, vueltos al Padre con Jesús en acción de gracias, suplicantes al Espíritu Santo, comulgantes con Jesús… Nos despedimos en el nombre del P. H. S 

Con el viejo catecismo aprendimos a santiguarnos: al levantarnos de la cama, al salir de casa, al entrar en la iglesia, al comenzar una obra buena, al comer y al dormir. 

Con “la señal de la cruz” y el Gloria al P.H.S.  recordamos que su gloria es que sus hijos nos amemos.  La fe, como el amor, se alimenta de sencillos recuerdos y se disfruta en los detalles.


¿Qué supone (en cuanto calidad de vida)

  • la oración que tantas veces pronunciamos “caminaré en presencia del Señor”?
  • santiguarte “en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”?
  • la doxología ”Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”?

¿Es urgente recuperar para nuestra vida de cada día el “dogma trinitario”?

Los cristianos, conscientes de lo que creemos, lo celebramos porque nos impulsa a andar por la vida de otra manera, con otro sentido y con otro horizonte abierto y esperanzador.

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