Domingo II de Cuaresma– B / Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Marcos 9, 2-10

Lecturas:  Génesis 22, 1-2 ss  – Romanos 8, 31b-34  – Marcos 9, 2-10

EL TABOR

Como siempre, nos preguntamos sobre la actualidad de lo que hemos escuchado, y esta palabra “cómo me afecta”. ¿Aporta vida? ¿Calidad de vida? Ninguna página del evangelio es extraña a la vida, si la sabemos leer o escuchar.

  • Es importante situar este relato de la transfiguración de Jesús a sus tres discípulos, para entenderlo mejor: Jesús ha roto las expectativas de los apóstoles sobre su persona, ha tenido un enfrentamiento muy duro con Pedro. Ojalá nos llegue un poco de esta luz del Tabor. Entonces nuestro corazón conocería la fiesta.
  • Necesitamos urgentemente un corazón nuevo, unos ojos iluminados. Siempre he pensado que todo empieza por la transfiguración del corazón, y que el corazón se nos transfigura cuando amamos. Ama y mira con el corazón, y al corazón de las personas, a la creación, y tu vida se iluminará, resplandecerá aun en la cruz.

La escena es sugerente

Fijémonos en los verbos:

  • se apartaron,
  • siguieron a Jesús,
  • subieron al monte,
  • vieron,
  • escucharon.

Jesús hacía muchos altos en el camino para estar ante el Padre:

  • El Padre era su fuerza, su luz, su amor. Lo suyo era hacer la voluntad del Padre, devolver a los hombres su dignidad de hijos de Dios. En esta tarea no se perdonó fatiga ni sacrificio hasta dar la vida.
  • Jesús necesita estar ante el Padre. Los caminos también le cansan. Todos tenemos la experiencia del cansancio del amor. El polvo del camino nos nubla la mirada. Necesitamos retirarnos, subir al monte, necesitamos poner nuestra vida ante Dios. Es ante el Padre ante quien debemos dilucidar la verdad y la mentira de nuestra vida, la rectitud de nuestros pasos.
  • Estar ante el Padre, retirarnos al silencio, no es fácil, estar ante el Padre es una oración difícil, hay que abandonar muchos ídolos que nos reclaman, muchas mentiras que apañan nuestra vida. A Jesús tampoco le resultó fácil: recordemos sus tentaciones del desierto, cuando se retiró a orar; o su oración de Getsemaní. Una lucha hasta la agonía.

Dios no nos retiene en la oración, nos enseña a cargar con la vida o la cruz de nuestros hermanos, y esto supone echarnos esa cruz al corazón y a las espaldas. Esto supone cansancios en el corazón y en las espaldas. Pero esto es ser un hombre y una mujer de verdad.


En la escena del Tabor hay dos personajes bíblicos hablando con Jesús: Moisés y Elías.

  • No son dos personajes de relleno; son dos hombres del camino, de la alianza; dos hombres que han conocido el cansancio de ser fieles en un mundo poblado de ídolos. Los dos han conocido la persecución. 
  • Jesús es el hombre de la nueva Alianza, y el hermano que llevará a sus hermanos en un éxodo hacia la Pascua. Hablan de su muerte…
  • Los personajes, Moisés y Elías, y sobre todo la voz del Padre en la nube: “Éste es mi hijo, el escogido, escuchadle”, es la confirmación del cielo de Jesús como Mesías.
  • La escena descrita, con los símbolos clásicos, que dicen lo indecible: la manifestación de Dios es muy importante para hoy, lo más importante. Así termina la escena “éste es mi hijo, el escogido, escuchadle”. 

Me quedo con dos cosas:

  1. La importancia de procurarme espacios de silencio y oración, como esas zonas verdes para una especie de ecología del espíritu, para no enfermarme como hombre. Necesitamos retirarnos y regalarnos silencio, para desinfectarnos de tanto ruido y propaganda que nos impide ser nosotros mismos.
  2. La importancia como hombre y como creyente de escuchar a Cristo, como palabra de libertad, para ser más hombre, como individuo y ciudadano.

Lo dejo en esa frase avalada por la experiencia: “dime a quién escuchas y te diré quién eres”.

Quien sólo escucha la voz de su amo habrá anulado su propio pensamiento y empequeñecido su cerebro. Si sólo leo el periódico de mi cuerda o de mi partido es fácil que termine como un castrado mental. Si me trago todo lo que me echa la tele, terminaré fuera de la realidad o haciendo mis películas. La Iglesia, ídem. Es importante escuchar a los otros, para enterarme de esa verdad que no me la dicen o que la manipulan los míos.

Necesitamos estar en oración y disfrutar con Dios; pero debemos advertir los falsos tabores, cuando nos retienen en ellos y no nos envían a practicar el amor a los hermanos. La oración cristiana auténtica lleva a darse, a trabajar por el reino. Quien quiera conocer a Jesús ha de empeñarse en la coherencia de su vida con el evangelio.

Publicado en Palabra de Dios.