- Libro de la Sabiduría, 12,13.16-19
- Romanos, 8,26-27
- Mateo, 13,24-43
- Las palabras amigas de hoy prolongan el evangelio del domingo pasado: Estamos sembrados de semillas divinas. – Pues, no parece, me diréis. También el diablo nos ha sembrado las suyas y no conviene olvidarlas. Y no es para sonreírse nombrar al diablo. Píntenlo como quieran: con cuernos y rabo, o de corbata y broche de oro que la sostenga, o descamisado, o de premio Nobel…
- De esto habla el evangelio de este domingo, y mi comentario de palabras amigas.
Espigando en el evangelio
- Trigo y cizaña
Cuántas cosas sugieren estas dos palabras en la historia de nuestro corazón, de nuestra familia, de tu hijo, de tu esposa, de tu negocio, de tu partido o de tu Iglesia. Cuántas alegrías y desgracias nos recuerdan. Cuánto trigo y cizaña juntos. El sembrado bueno ha sido invadido de cizaña, mientras la gente dormía. Una frase que puede sugerirnos pensamientos para nuestros días y provocarnos muchas noches de lágrimas.
- Vivir dormidos y despiertos
Padres dormidos o mirando para otro lado, mientras en la mente y en el corazón bueno de su hijo otros sembraban cizaña.
Maridos dormidos o absorbidos en mil negocios, mientras otros sembraban palabras o atenciones agradecidas en el corazón de su esposa, que él ya no pronunciaba.
Esposas dormidas mientras otros…
Políticos, empresarios, iglesias… Sigan con los ejemplos.
Pueblos dormidos o adormecidos, mientras sus gobernantes…
El que tenga oídos para oír, que oiga; el que no, que siga dormido.
- Tolerantes: sabiduría y manipulación del lenguaje.
El Maestro recoge la reacción espontánea. Primero se pregunta: ¿quién ha sembrado la cizaña? Luego, la duda ante la acción: ¿qué hacemos? Luego la decisión nerviosa e intemperante que puede estropearlo más: cortar por lo sano. Sin advertir que con la cizaña podemos arrancar el trigo. El Maestro recomienda: calma. Sabiamente san Ignacio aconsejaba para el actual sensato que “en tiempo de turbación no debe tomarse decisión”. Aquí aparece algo muy importante y actual para la convivencia en todos los ámbitos: la tolerancia o saber convivir y crecer con el mal, sin contagiarnos.
- La tolerancia es una palabra llena de ambigüedades y muy rentable para los cínicos y aprovechados, y una buena excusa para los perezosos y gentes sin principios.
Pongan ustedes ejemplos actuales. Un padre o una madre, un marido o un político o un cura pueden cubrir muchas dejaciones, cobardías e ineptitudes o irresponsabilidades con la palabra “tolerancia”.
- La tolerancia requiere claridad de ideas, firmeza de principios, fortaleza y un corazón bueno y fuerte que ama con palabras y obras al otro.
¿Tolerar que nos llenen el barrio o la casa de basura? ¿O el corazón de nuestros hijos? Esto tiene otro nombre menos digno: cobardía y dejación.
- La parábola del trigo y la cizaña es muy sugerente y muy rica en temas vitales. Tiene la propiedad de todas las parábolas: de aclararnos un poco las cosas o de cegarnos más. Cosa que también pasa con los discursos, según lo escuchemos con un corazón limpio, sencillo o cargado de prejuicios.
- Por nuestra inclinación natural de advertir el mal existente en los otros o, lo que es peor, a identificar a los otros con el mal, es sabio recordar que, en cada uno de nosotros, en nuestra mente y corazón, crecen juntos el trigo y la cizaña.
- También podemos recoger de la parábola la pregunta: ¿de qué vamos por la vida: de sembradores de buenas semillas o de cizaña? Hay muchos tipos de cizaña en nosotros, en nuestras casas, en nuestras iglesias, en el Vaticano… (el papa Francisco lo recuerda con frecuencia). ¡Meter cizaña!
- La parábola da para mucho, como una fuente de buen caño. Cada cual recoja en su cántaro el agua que le interesa: la ruina de vivir dormido; la dificultad de discernir el trigo de la cizaña nos advierte de no ser precipitados en clasificar quién es bueno y quién es malo.