Domingo XXXII del T.O. – A / Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Mateo Mateo 25, 1-13

Lecturas:

  • Sabiduría 6, 12-16 
  • Tesalonicenses 4, 13-18 
  • Mateo 25, 1-13

Jesús refiere la historia de una boda. Recuerda ciertos puntos del ceremonial judío y nos invita a sacar las consecuencias para la vida. La escena nos parece extraña. Ya sé que a todos os habrá llamado negativamente la atención, la actitud de las prudentes: demasiado prudentes “por si acaso me falta a mí, no lo comparto, egoísmo puro, que para colmo aparecen en la parábola como las sensatas y las premiadas: No nos distraigamos con el tema de la insolidaridad que no es tratado en la parábola.    

Los tres elementos a tener en cuenta: el esposo viene; de improviso; estar preparados, vigilantes.

1. El Señor viene. A veces nuestra espera corre el peligro de debilitarse en su convicción: viene pero no hay ninguna señal y en la espera viene la modorra; nos dormimos. El desgaste del tiempo y otras fatigas se apoderan de nosotros con el sueño para  vivir dormidos: un tema que ha originado muchas tragedias: maridos dormidos, mujeres dormidas, padres dormidos, políticos, curas, obispos, Iglesia dormida. Dormidos o adormilados. 

El tema de vivir despiertos o dormidos es muy importante; ahí nos jugamos la familia, los hijos hay muchos interesados en adormecernos con y para… piensen un poco. Un ejemplo: la crisis brutal económica, unos pocos despabilados adormilaban al pueblo para llevarse sus haberes, arruinarlo y dejar a la gente en la calle. 

2. El Señor viene de improviso. A media noche se oye una voz.

Es absurdo pensar que habrá tiempo para tomar precauciones (el tema es muy serio). desde los chavales que dejan los estudios para disfrutar el presente, hasta el que funde alegremente lo que tiene, sin procurarse un ahorro para lo que le pueda venir mañana.  El refrán decía “hombre prevenido vale por dos” ¿Nuestra lámpara tiene provisiones? ¿Qué significado tiene esta importante provisión del aceite en la que se lo jugaron todo? 

Al final de la parábola hay un juicio. Unas han vivido sabiamente; otras, neciamente.

¡Que no se me oscurezca la vida y mi lámpara no tenga aceite, que no viva neciamente mi vida!

Aquí podemos traer la sentencia del Maestro: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”. Esto, como todo el evangelio, tiene mil traducciones en la vida real cada uno ha de hacer la suya: distraído con otras ganancias, perdió su familia, su mujer… Hizo fortuna, pero se quedó sin hijos.

El aceite de la lámpara tiene mil nombres: la fe, la esperanza, el amor. Y la fe, la esperanza y el amor, como los geranios hay que vigilarlos y nutrirlos.

3. La parábola es una llamada a la vigilancia. La vigilancia es un tema muy importante. En la Biblia y en los negocios y en la salud. Vigilamos lo que amamos, lo que deseamos o tememos perder: la salud, las cuentas, a los hijos para que no nos los descalabren por ahí. Vigilar para que no se nos enferme la fe o se nos agote y se nos muera la esperanza. Vigilar para descubrir la belleza de vida que nos ofrece cada nuevo día y disfrutarlos. Vigilar para que no nos cambien la esperanza, por cualquier sucedáneo o baratija. o nos entretengan y adormezcan con con la Tv. 

La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, es una llamada a vivir sabiamente. 

Vuelvan a leerla. Para adquirir la sabiduría dice este libro, hay que desearla, buscarla, madrugar por ella, y la encontrarán cerca, le saldrá al paso para obrar sabiamente. La sabiduría apunta a la Palabra de Dios: sabio es el que se guía por ella.

Vivir como si cada día fuera el último, no es un mal consejo. Recordarnos que cada cual es responsable de su vida: nadie puede vivir por mí. Estamos hablando de un tema urgente, personal, definitivo. Cuestión de salvar mi vida, o del fracaso total.

El “no te conozco” del final de la parábola tiene también muchas traducciones: el marido y la mujer, que se han hecho unos desconocidos el uno para el otro. El padre y el hijo… los amigos… Dios… El “no te conozco” está en relación con haber perdido mi identidad cristiana. O las características de un esposo, de un padre, o un sacerdote de verdad, que nos hacen no aparecer como tales.

Estamos ante una de las parábolas de la responsabilidad, que no podemos entenderla aislada de las parábolas de la gratuidad. Todo es don, todo es gracia, pero cada uno es responsable de los dones y gracias recibidas

Publicado en Palabra de Dios.