LA ASCENSIÓN COMO “METÁFORA” DE LA GLORIFICACIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE
ESPERAMOS EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS Y EN LA VIDA ETERNA
1. ¿Un canto a la carne?
- La peregrinación y el destino de la carne: Creación, Encarnación, Resurrección de Jesucristo.
- La carne ha servido para que Dios exprese su amor al hombre; para que el hombre se sienta amado.
- Las herejías puritanas y gnósticas de todos los tiempos han despreciado la carne.
- La auténtica tradición cristiana no piensa en la resurrección como en la liberación del alma del cuerpo (sucedáneo pagano). El cristiano cree en la resurrección del hombre entero, cuerpo y alma, como promesa y don gratuito.
- En la valoración cristiana de la humanidad material y del tiempo hay un canto a la creación, a la encarnación y a la resurrección.
- Dios ama al hombre con su carne. El hombre ama a Dios con su carne.
2. Pero, ¿qué contenido misterioso guarda la resurrección de la carne?
- No es un volver a la vida de antes de la muerte; pero tampoco perderla como si se tratara de algo que no tiene valor.
- Es la entrada en una forma de vida realmente nueva, aunque en «continuidad real» (la misma persona que aquí vivió en la carne una existencia material y concreta). Más allá de esto, la imaginación nos traiciona.
- Nuestra historia humana no se pierde para siempre, sino que es, por don de Dios, eternamente válida (2Cor 5,1-17) -Las pequeñas cosas de acá se adentran en eternidad.
- No creemos en la supervivencia del «alma separada» del cuerpo.
- En este acto de fe y de esperanza hay un canto de exaltación y glorificación de la vida humana, histórica, corporal y espiritual, que ha sido creada para participar del gozo, de la vida y de la comunión con Dios.
3. ¿Cómo es esa nueva vida «en la gloria»?
Desde lo sospechado a lo insospechado. Detrás de nuestros pequeños deseos puede estar la intuición, muy auténtica y muy profunda, de que el cielo es el gozo pleno y la total satisfacción de todos los anhelos y deseos más profundos de nuestra existencia. San Agustín: «Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón no descansará hasta que lo haga en ti».
4. La gloria y la experiencia plena del amor y comunión de vida. Ahora vemos como en un espejo.
- Los místicos están de acuerdo en declarar que no se puede imaginar ni expresar con conceptos y palabras las experiencias más profundas de Dios.
- La experiencia del amor humano en sus momentos más lúcidos y extáticos parece ofrecer una imagen pálida de lo que puede ser la comunión del amor y de vida con la bondad infinita de Dios. San Juan de la Cruz, evocando el Cantar de los Cantares, habla del gozo del «beso boca a boca» con Dios.
- ¿No podríamos imaginar el cielo como un cálido beso eterno de todos con todos y con Dios, un momento inacabable de amor total y eterno?
5. Todo es gratuito, pero dentro de la dinámica del amor
- La resurrección y la vida no son mérito nuestro.
- El acto de amor más grande nunca sería suficiente para merecer por sí mismos a Dios.
- No nos merecemos el cielo, pero nos lo aseguramos entregando en prenda nuestros pequeños actos de amor. Por eso no nos salvamos sólo por nuestros méritos, sino por la fe en Dios, que nos ama y asume nuestras obras.
- Nuestro cielo lo vamos haciendo desde aquí. Semillas del Reino.
- El cielo es la vivencia del gozo de la comunión plena y total. Dios todo en todos.
Que Dios nos conceda la gracia única de vivir efectivamente con obras y de verdad la comunión con Él y con los hermanos en este mundo.
Himno de la Liturgia cristiana
Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces -siempre, siempre-, entonces
seremos bien lo que seremos.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.