Una tradición católica para el Adviento es celebrar durante los sábados de este tiempo litúrgico la Misa Rorate Coeli “de sancta María in Sábato”. Siguiendo esta tradición, el pasado sábado (primer sábado de adviento) la hemos celebrado en nuestra parroquia. Una particularidad de esta misa es ser celebrada a oscuras, sin luz ni del sol ni artificial: sólo la procurada por los numerosos candelabros en el altar y el presbiterio, y por las candelas que llevan los fieles en la mano. El sentido de esta celebración es profundo: en el Adviento nos preparamos a la fiesta del nacimiento de Cristo y con la Virgen nos preparamos a una llegada de Aquel que es la Luz y ha venido a disipar nuestras tinieblas y a iluminarnos en gracia y santidad.
La Misa Rorate Coeli comienza tradicionalmente antes del amanecer, todos los días durante el Adviento. Los niños caminan a la Iglesia a través de la oscuridad, llevando linternas encendidas. La iglesia está a oscuras excepto por la luz de velas. El himno Rorate caeli comienza en la oscuridad, que simboliza la oscuridad del mundo antes de que la luz de Cristo aparezca en la Navidad. Durante el himno, los sacerdotes y los niños, llevando sus candelas, procesionan en la iglesia. Al final de la misa, el sol empieza a subir, es el amanecer de un nuevo día y un recordatorio de la Luz Verdadera de Cristo que destierra la oscuridad del pecado y de la muerte.
Espiritualmente, el Adviento es el amanecer. Todavía no es la luz brillante de la Navidad. El Adviento es un tiempo de preparación para algo excesivamente alegre que todavía está por venir. Es un tiempo de penitencia, cuando nuestras almas todavía están luchando a través de la oscuridad, en busca de la Luz. Hay un anhelo y esperanza en Adviento. Nuestras velas en una Misa Rorate son símbolos de nuestro anhelo por la venida del Salvador, cuya luz ya está amaneciendo.