Sagrado Corazón de Jesús – Palabras Amigas – Por el camino del Evangelio

FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Era un hombre de un gran corazón.

Grande para amar, fuerte para luchar.

Porque el amor hay que lucharlo.

“Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”.

«Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y lo que han tocado nuestras manos, esto escribimos acerca del Verbo de vida” (1 Juan 1:1)

El Amor encarnado

El ser humano es un animal afectivo

  • Cuida tus afectos. Ora afectivamente. Vive afectivamente.

Necesitamos urgentemente sentirnos queridos con amor entrañable maternal   y paternal, providente, con lazos de alianza eternal y misericordioso, redentor.

Necesito que se me diga personal y afectivamente “te quiero”.

  Necesito escucharlo con palabras humanas, hechas carne:

  • “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”
  • “Oigo en mi corazón buscad mi rostro…”
  • “Misericordia, Señor, he pecado contra ti…” 
  • “Como busca la cierva corrientes de agua…” 
  • “Dónde te escondiste amado mío?”

¿Por qué esta sed que me abrasa las entrañas? 

Nostalgia y sed de origen. De la creatura por su Creador. 

  • “Me creaste para ti, y solo en ti descansa mi alma”.
  • El amor es vida y la vida es amor. Donde hay amor, allí está Dios.
  • “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él”.
  • “Caminaré en presencia del Señor guiado por su Palabra…”

– “Aunque vaya por cañadas oscuras, tú proteges mi vida; no abandones la obra de tus manos…”

La Palabra encarnada es luz, agua, pan, redención y vida

Cómo era la mirada de Jesús

“Mírame, para que pueda amarte” – San Agustín

 Necesitamos un cruce de miradas:

1. Jesús, la mirada de Dios

2. La mirada al «joven» rico

3. La mirada a Zaqueo

4. La mirada a la naturaleza

5. La mirada airada 

6. La mirada a Pedro 

7. La mirada a Judas

8. La mirada a la mujer

La mirada desde la cruz 

Ninguna situación humana, por desesperada que sea, se sustrae a la misericordia de Dios. Más aún, las situaciones extremas afectan particularmente al corazón de Dios. Su cercanía no disipa nuestro dolor; pero es una compañía preciosa que nos ayuda a soportarlo. 


CANTAMOS NUESTRA FE

Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi amigo, es mi alegría, Él es mi amor.

Creo en Jesús, creo en Jesús, Él es mi salvador.

Él llamó a mi puerta me invitó a compartir su heredad

seguiré a su lado llevaré su mensaje de paz.

Ayudó al enfermo y le trajo felicidad

defendió al humilde combatió la mentira y el mal.

Día y noche, creo en Jesús, Él está a mi lado, creo en Jesús

sigo sus palabras, doy por Él la vida, creo en Jesús. Él es mi Salvador.

Enseñó a Zaqueo a partir su hacienda y su pan

alabó a la viuda porque dio cuanto pudo dar.

¡Aleluya!, creo en Jesús, Él es el Mesías, Él es mi esperanza, vive para siempre, creo en Jesús. Es mi Salvador.

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