2º DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD – B / Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Juan 1,1-18

Lecturas:  Eclesiástico 24, 1-2. 8-12  – Efesios 1,3-6.15-18 – Juan 1, 1-18

Estamos en ambiente navideño. Una pregunta a bocajarro: ¿qué hemos celebrado? –Cada uno sabrá…

Hoy hay una invitación a volver de nuevo a Belén por si algo hemos olvidado, o queremos descubrir algo más sobre Dios y nosotros.

Hemos escuchado un puñado de palabras que nos ponen en un cruce de caminos, y que –querámoslo o no- todos hemos de elegir: mirar para otro lado ya es una elección, con muchas historias que nos afectan. No sé la resonancia que estas tres lecturas de hoy han encontrado en nuestras vidas: si os han dejado indiferentes, si nos han hecho brincar de alegría o si pasamos prácticamente de ellas. 

El evangelio repite que la Palabra de Dios se hizo Carne. Y eso, ¿qué o para qué? ¿Quién sabe nada de Dios? 

“Dios invisible (Col 1,15; 1 Tim 1,17) movido de amor, 

  • habla a los hombres como amigos (Ex 33,11; Jn 15,14-15)
  • trata con ellos (Ba 3,38),
  • para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dv 2).

Esto implica la escucha y el amor a la Palabra del Señor, que está en consonancia con la vida concreta de las personas de nuestro tiempo.

La Palabra de Dios determina una vocación, crea comunión,  manda en misión,  para que lo que se ha recibido para sí se transforme en un don para las personas y la sociedad 

  • Dios el inefable. Se nos ha dicho en Jesús, y su proyecto sobre el hombre, sobre ti y sobre mí. Él es la luz, podemos caminar a su luz y al calor de su palabra, o podemos prescindir de él y tirar por caminos a nuestro antojo. Somos libres de tirar por caminos de convivencia o de egoísmos y deshumanización. Quién es Dios ya no lo aprendemos de doctrinas, sino de Jesús y sus palabras: Jesucristo es el rostro de Dios; (los hombres, todas las religiones pueden desfigurar el rostro de Dios) Y Él nos dice qué es el hombre y los caminos de humanización y convivencia social (todas las ideologías desfiguran el rostro del hombre) y tanto quién es Dios como quién es el hombre.
  • Jesús vino para sanar al hombre entero, para aportar vida: a su paso crecía la sanación y la vida y la alegría. Si no aportan sanación y vida estas lecturas, o la iglesia, o el derecho canónico, no estamos hablando ni practicando el evangelio de Jesús. No estamos en la luz de la fe.

No voy a comentar las lecturas de hoy; sencillamente digo que tanto la segunda lectura como el evangelio merecen la pena retomarse, porque nos colocan ante grandes provocaciones: creer o no creer. 

  • Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él».
  • Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. 

A la luz de la fe, la solidaridad tiene para el creyente otra palabra más luminosa y apremiante “todos somos hermanos, familia de Dios”. Desde el reconocimiento de Dios como creador y padre nuestro -que rezamos en nuestro credo cristiano- , se entiende mejor que la gloria de Dios no es sentarse en un trono y sus fieles le estén cantando alabanzas, abanicándole o perfumándole con incienso, sino que los hombres, sus hijos, lleguemos a la estatura humana de Jesús desviviéndonos como Él por la fraternidad, la igualdad y libertad de sus hijos. Ésa es la gloria de un Padre, madre, que sus hijos…

Todo esto se realiza en la Historia en la lucha. Lucha entre la luz y las tinieblas, en la sociedad y en uno mismo, también en las comunidades que se llaman cristianas.

Pablo empieza su carta a los efesios, con un grito de alegría… Es la mejor expresión del gozo y la vida que despierta la navidad.­

Publicado en Palabra de Dios.