Domingo III de Cuaresma– B / Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Juan 2, 13-25

Lecturas:  Éxodo 20, 1-17  – Corintios 1, 22-25  – Juan 2, 13-25

Vamos avanzando en la cuaresma, que es avanzar hacia la pascua: cruzar o pasar de tierras muertas, o de una tierra empobrecida, a una tierra nueva. Un ejemplo: donde nos crecía la mentira, ahora hay verdad; donde nos crecía el egoísmo, ahora resucita la generosidad. Hacemos el camino dirigidos por la Palabra de Dios. Es muy importante escuchar palabras auténticas hay palabras que llevan una carga de vida, que le ofrecen a uno razones para vivir y hay palabras que a uno de hunden o que le llenan de agresividad.

La propaganda política, comercial, religiosa o de lo que sea, sabe mucho de la fuerza de la palabra. Por eso el poder codicia los medios de comunicación, los foros de la palabra. 

Vamos a la palabra de hoy, que será proclamada en todas las comunidades cristianas en este camino de la cuaresma.

1. Primera lectura

Nos encontramos con los famosos “10 mandamientos”. Mejor que decir 10 mandamientos, ya que ahora no queremos que nos mande nadie, decimos “las 10 palabras de vida”. Son 10 palabras de Dios, insertas en el corazón del hombre para conquistar la tierra prometida, la tierra de la libertad y de la fraternidad. Son diez palabras de luz, indicadoras de camino. ¡Lámpara para mis ojos! El decálogo es la gran ley comunitaria de amor a Dios y amor al prójimo, y en estas dos, se resumen y concentran los diez mandamientos y todas las leyes, normas y cánones que pueden explicarse luego al hombre.

Dios sólo sabe decir palabras de vida y libertad

  • El judaísmo exageró el aspecto jurídico y externo de la Alianza, reduciéndolo a un mero cumplimiento externo, y lo que eran palabras y ley de alianza y amor se convirtió en carga insoportable. Un ejemplo para entendernos: si en el matrimonio ha muerto el amor, el matrimonio resulta una carga insoportable (y bastantes cargas tiene la vida para que me añadan más). 

2. Segunda lectura

La vida de Jesús se ha convertido en la palabra de Dios: la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Hoy Pablo nos lo presenta crucificado: ¿queréis una palabra sabia que os aporte vida, que nos cambie y cambie el mundo, que nos haga más humanos y divinos? –Miradle. Haceos con la sabiduría de ese crucificado. Os va a escandalizar a los muy religiosos, os va a parecer necedad a los que estáis por la fuerza y el poder. O el dinero.

El hombre religioso corre el riesgo de querer ganar a Dios y salvarse por sus obras y rezos y ritos acumulados en su moralidad intachable. 

          El hombre de mundo tiene su sabiduría: lo que importa y vale es lo que da dinero, lo que da clase social y poder. Se trata de saber echar cuentas para tener más, para poder más, para gozar más, para vivir olvidándose de que vivir es convivir. Así de simple y así de cruel: a medrar, caiga quien caiga; aunque tenga que vender mi conciencia, romper con mi hermano u olvidar a mi madre.

– La sabiduría de la cruz-resurrección (porque la cruz es resucitadora) rechaza este esquema:

  • Es dejar de ir a lo mío y preocuparme de mi prójimo es funcionar con la mística del compartir para crear vida; del perdón de las ofensas para sanas mis heridas; es funcionar con la verdad y no con medias verdades o mentiras calculadas. La sabiduría de la cruz está amasada en una fe y una esperanza grande en Dios, y en un amor que se expresa en obras de amor. La sabiduría de la cruz no brota de los libros, sino de haber sido convencidos y convertidos.

3. El evangelio vendría muy bien para un titular de periódico. “Jesús realiza una colosal limpieza del Templo”.

  • Podemos ver en esta escena una llamada a purificar nuestra imagen de Dios, nuestro culto y muchos tinglados religiosos. Como un latigazo para despertarnos de las rutinas, de un culto que no se traduzca en obras. Estoy pensando si nos tocaría algún zurriagazo a muchas bodas, a muchos bautizos, a muchas confirmaciones de jóvenes, a muchas misas y otras celebraciones.
  • Este gesto de Jesús, por devolver la verdad y el corazón a lo que en el Templo se celebra, me recuerda el gesto evangélico de muchos curas que se niegan a casar de cualquier manera, a celebrar un bautismo recitando un Credo que ni se conoce ni se cree, rezando oraciones que no se sienten, o haciendo en nombre del hijo promesas y renuncias que no se tiene el menor ánimo de cumplirlas. O el gesto evangélico también de algún cura que se niega a celebrar en su parroquia primeras comuniones, según el ritual de la sociedad de consumo.
  • ¿Y entonces para qué están los curas? –Para acompañar en la fe a quien sinceramente busca a Dios, para velar y exigir (a veces quedándose solos) que los sacramentos no se falseen.
  • Jesús de Nazaret desestabiliza a todos los agentes comerciando con el Templo. Esta acción fue una provocación deliberada, un gesto profético. Desbarató aquel montaje religioso, porque no podía consentir que lo que debía ser un encuentro con el Dios de la vida se convirtiera en negocio religioso. Jesús no es violento, sino serenamente fuerte para devolver a las cosas su pureza original.

El evangelio de hoy es una palabra-acción fuerte, que nos fuerza a preguntarnos en qué hemos convertido los sacramentos o el sentido de los ritos, nuestro culto, la casa y la palabra de Dios.

  • Nuestras iglesias serán Casa del Padre, y nuestro culto agradable a Dios si nos compromete a crecer en fraternidad. Aquí confluyen las diez palabras, la sabiduría de la cruz y el gesto profético y purificador de Jesús en el Templo.
Publicado en Palabra de Dios.