Domingo III del Tiempo Ordinario– B / Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Marcos 1, 14-20

Lecturas:  Jonás 3, 1-5. 10 – 1ª Corintios 7, 29-31  – Marcos 1, 14-20

1. Tres lecturas, con la coletilla rutinaria de “Palabra de Dios”

  • ¿Coletilla rutinaria o afirmación creyente de lecturas con un aliento divino, para nosotros hoy y aquí en esta pandemia apocalíptica? Escuchamos una palabra que las resume: “convertíos”. 
  • ¿Me voy con ella en el corazón, o ya la he oído y a otra cosa? ¿Logrará iluminar mi vida, la vida de nuestras iglesias?

1ª lectura, un poco curiosa. La legendaria Nínive, ciudad símbolo, a punto de desaparecer por su perversión, necesita conversión. El profeta de Dios, Jonás, rechaza la misión de apremiarla a los habitantes de Nínive y huye de Dios.

Pero Dios ama a Nínive, la perversa. Agarra al profeta y le envía a la ciudad alejada de Dios.  Nínive necesita oír la Buena noticia: Nínive, puedes renacer.

El evangelio anda por lo mismo: Jesús anuncia la conversión, un cambio de vida.

Pablo nos recuerda: no os apeguéis como lapas a las cosas, que vamos de camino y nadie    se llevará nada.

2. Y todo esto, ¿tiene algo que ver con nosotros, hoy y aquí, en esta horrorosa pandemia?

Nínive es la ciudad símbolo de lo que ocurre en nuestras ciudades, ha abandonado a su Creador para abrazarse a los halagos de los ídolos los destroza al hombre: avaricia, injusticias que claman al cielo, despilfarros, mientras otros hermanos pasan hambre… Juventud hundida en el paro, la droga, el sexo, el sinsentido de la vida, parroquias entretenidas en el culto sin voz profética, que anuncien y realicen la buena noticia a los pobres…

Nínive, la legendaria, escucha la palabra de Dios y amanece rejuvenecida.

El hombre hoy necesita saber quién es Dios, qué tiene que ver con la historia concreta de cada uno. Necesita que le hablen de Dios. Está vacío. El cristiano siente también el vacío en su propia carne, por eso reza: “mira el vacío del hombre, si Tú le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento”. 

3. ¿Qué sentido tiene y damos a tantos acontecimientos de la vida?

  • Jesús insiste en el evangelio con la palabra “convertíos”, que significa:
  • Dejar la ganancia fácil, el precio o los honorarios abusivos… y seguir una vida honesta. 
  • Dejar la norma de “pasárselo bien, como sea”…, y cargar con la cruz y vivir la alegría de la   responsabilidad. 
  • Dejar el absurdo de “vivir para tener más”…, y seguir la honradez, la fraternidad, la justicia. >Dejar las actitudes de orgullo y violencia, las relaciones carentes de sinceridad, por otras limpias sin doble juego.  Una conversión proyectada hacia la unidad de la familia humana, empezando por nuestra familia chica. 

¿Qué tendría que cambiar yo (no el otro) para mejorar las relaciones conmigo mismo, con  los míos y los otros, con la naturaleza y con nuestro Dios, Creador Padre?


Estamos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos con un lema muy certero para lograrlo: «Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” Jn 15,5-9.

  • Una Iglesia (familia) dividida es el dolor del padre (tentación antigua: yo soy de Pedro, yo de Pablo, yo de Apolo). 
  • Una Iglesia (familia) quiebra la alegría de sus miembros. Inutiliza la obra de Cristo, el Primogénito, que murió por la reconciliación de los hermanos. 
  • Una Iglesia (familia) que monopoliza exclusivamente el nombre de Cristo para provecho propio es una blasfemia práctica en la Iglesia. Y una herejía práctica.

La Iglesia debe ser signo de unidad cuando está dividida en grupos que se hostigan, ya no tiene razón de ser. Así manchamos el nombre de Cristo. Hoy se nos pide conversión a la unidad, a la fraternidad. Ha cambiado el lenguaje de que los otros vuelvan a nosotros, por “volvamos todos nuestra mirada a la Cruz de Cristo”. Y renovemos nuestra profesión de fe junto Él. 

Yo ya no entro en el lenguaje de cuál es la verdadera Iglesia y cuál no. Todos somos a la vez verdaderos y falsos. Todos necesitamos conversión, vigilancia y lucha para que nuestros bautismos, eucaristías, cáritas, reflejen al Padre, el Padrenuestro (todo junto).

Si hay una nota de la verdadera Iglesia será la que más se aproxime al evangelio, y su voz sea profética, y sus ritos sean sentidos y vividos en verdad. Y su amor a Dios y a los hermanos se transparente en todo lo que dice y hace. Donde la gente se perdone, se quiera y comparta sus penas y alegrías. No nos confrontemos con lo que hacen los demás para despreciar a los demás o ponernos por encima de nadie, confrontémonos con la Palabra de Cristo. 

  • No perdamos de vista las lecturas de hoy que nos llaman a la conversión: aquí también solemos tener la manía de que es el otro quien debe convertirse, no yo. 

Recuerda:

La escena de la conversión que pide hoy a los hijos de Zebedeo no es dejar algo malo, sino dejar algo bueno, exigido por la propia vocación personal.

Publicado en Palabra de Dios.