II Domingo de Pascua / B – Palabras Amigas, por el camino del Evangelio – Jn 20, 19-31

Lecturas:  Hechos 4, 32-35  – 1ª Carta del apóstol S. Juan 5, 1-6  – Juan 20, 19-31

¿Eso de la Pascua del Crucificado-Resucitado tiene mucho o nada que ver con las cosas verdaderamente interesantes de la vida y que preocupan al hombre, a la sociedad y a la cultura de hoy?  – Rotundamente, SI.

La noticia pascual del evangelio es siempre portadora de vida, cuando uno tiene valor de colocar su vida ante él, cuando va a él, como el sediento que va a la fuente. 

Con frecuencia, en los detalles descubrimos las claves para entender una vida, una obra; a los detalles voy. Hoy estamos con el miedo metido hasta los huesos por un virus que nos confina, nos descontrola y nos arruina. Con este panorama devastador y lleno de sobresaltos, me detengo en los reflejos de luz de este evangelio pascual.

Al anochecer de aquel día, primero de la semana

  • A pesar de que Cristo ha resucitado, Cristo no estaba en aquella iglesia naciente. Los discípulos aparecen dignos de lástima (reunidos con las puertas cerradas por miedo a los judíos). La luz encendida en la noche de pascua no les sirve en sus vidas sigue anocheciendo.
  • Estamos ya en un mundo nuevo, ellos siguen en lo viejo: encerrados en sus miedos no sienten el aire nuevo. Este miedo y las puertas cerradas, ¿tienen algo que ver con nuestras iglesias, parroquias, comunidades cristianas, hoy?
  • Mi confesión cristiana sugerida por esta narración es: si Tú nos faltas seguiremos anocheciendo en el mundo viejo de nuestros egoísmos, comidos por el miedo y el sinsentido de la vida y de la muerte.
  • Una Iglesia que cierra sus puertas por miedo a la técnica, a la ciencia, a las arriesgadas investigaciones filosóficas y teológicas, difícilmente ofrece signos para hacer creíble su fe en la Resurrección; menos para transmitirla. 

Sigamos con los signos: el don de la paz

  • La experiencia del Resucitado los llena de Paz. La curación de los miedos va con una fuerza nueva para salir a las calles y aguantar y jugarse lo que sea salen a comunicar lo que a ellos les desborda: paz, perdón, entusiasmo, alegría vital, fraternidad, sentido de la vida, justicia, respeto, esos sueños que  anidan en el corazón humano, creyente o no una paz que es mucho más que ausencia de guerras, pactos de agresión… 
  • Donde se da este gozo de la vida, en la fraternidad. Sépase o no, ahí está actuando el Resucitado (dio la vida por resucitarnos a la fraternidad) 1ª y 2ª lectura de hoy.

Otro detalle: su aliento creador que infunde a los discípulos

  • El soplo de Dios que da la vida es una imagen bíblica de la nueva creación, de los hombres nuevos, renacidos (2ª lectura).
  • Al soplar y darles el Espíritu, Jesús confiere a sus discípulos la capacidad para dar la vida. La resurrección se hace presente donde se lucha por la vida, por todo lo que humaniza; y surge la cultura de la vida.
  • Si la lectura de una página del evangelio no genera vida por el comentario o por la indisposición del oyente, es un evangelio abortado.

Otro detalle: la experiencia del perdón

Experimentaron al resucitado como alguien que reconcilia ninguna alusión al abandono de los suyos, ningún reproche a Pedro por su cobarde traición, ningún gesto de exigencia para reparar la injuria ¿Por qué hemos hecho tan incómodo en la Iglesia el sacramento sanador del perdón? Cristo no pone orden o disciplina, no condena a nadie, sino que su presencia confiere paz, alegría, apertura, ánimo, perdón. Hace falta ser fuerte para perdonar. El perdón despierta esperanza y energía.

  • Les mostró sus llagas. El resucitado ofrece la prueba definitiva para superar dudas y temores las llagas son la prueba de la verdad de Cristo, de la Iglesia y de cualquier hombre que haya amado. Palpar las llagas es palpar lo más hondo de la personalidad humana.
  • Ahí está el incrédulo Tomás: se ha aislado de la comunidad. El alejamiento de la Iglesia, de la eucaristía, suele acabar en la increencia. Tomás no percibe los signos de vida nueva; es un caso típico: necesita ver, tocar.

Importante

1. El proceso de fe comienza por verificar en la realidad humana a Dios. 

2. La Iglesia debe ofrecer, mostrar sus llagas y su crucifixión por el hombre (es su culto a Dios).

3. La Iglesia debe tocar las llagas del Crucificado y de los crucificados de la tierra (cualquier historiador objetivo puede descubrir en los 2000 años de historia de la Iglesia, de crucifixión, de cargar con la cruz de los más pobres y marginados de las sociedades).

4. La Iglesia debe invitar a hombres y mujeres de cualquier credo o de ninguno a tocar las llagas del mundo y de los hombres sufrientes creo que es el auténtico camino de vivir en comunión con el Señor de la Pascua.

5. Celebrar la Pascua es recuperar la alegría, la paz y vivir sin miedo y con la confianza de contar con Él y con su Espíritu. 

Que esta cincuentena pascual nos resucite la fe y anime la vida de nuestras comunidades.

Lo más original de la fe cristiana es la fe en la vida sobre la muerte

Publicado en Palabra de Dios.